De entre el completo poemario hernandiano hoy quisiera recordar su memoria con este poema para conmemorar el centenario de su nacimiento, podría haber elegido cualquiera, pues tiene muchos y muy buenos, pero este tiene una especial significación, también porque fue el primero que leí de él. Considerado como un poeta tardío de la generación del 27, su estilo único será siempre inmortal, como él. Aquí un canto a la clase trabajadora, que aún hoy tiene vigencia. Fue escrito en el frente, en el 37, en Jaén. ¿Cómo no enamorarse de un experto en lunas? Gracias Miguel.
Como un sendero me iré y no acabaré de irme.
Aceituneros
Andaluces de Jaén
Aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.
Unidos al agua pura,
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.
Levántante, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?
Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.
No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.
Arboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.
¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién ,
de quién son estos olivos?
Jaén, levantante brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.
Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.
Un Saludo.